5.10.14

La sobreinformación también es desinformación: Caso masacre y desaparición de normalistas de Ayotzinapa en Iguala.

Cuarto Oscuro/Iván Sthepens
Tras la masacre de estudiantes de Ayotzinapa en Iguala, con el saldo de 7 muertos y 57 desaparecidos en la noche del viernes 26 y el sábado 27 de septiembre hubo silencio en la prensa nacional.
A partir del lunes 29, la noticia fue retomada por la prensa internacional: "El gobierno mexicano mata estudiantes", "La policía mexicana mata estudiantes". Esto presionó a que dichas informaciones se publicaran en la prensa nacional. Y presionó a que la clase política mexicana se pronunciara ante esta grave agresión contra los normalistas de Ayotzinapa, que incluía la comisión de crímenes de lesa humanidad.
Tras el silencio, el último par de días hemos visto una saturación de información en los medios nacionales: televisión, radio y prensa. La especulación ha sido la tónica de estas "informaciones", en realidad versiones y especies sin confirmar, pero que se publican sin aviso de "información por confirmar".
La especulación vende, así que la prensa nacional optó por hacer de la especulación su agosto. El suspenso ante la tragedia. El lucro fácil en lugar de la ética. La falta de respeto a los familiares, compañeros y movimientos que están al pendiente de los estudiantes desaparecidos.
Ese exceso de "información" no ha contribuído a romper el cerco informativo, sino a ocultar las responsabilidades del gobierno federal, del gobierno guerrerense y del cabildo municipal de Iguala en los hechos, al haber sido ejecutores de la masacre y desaparición por acción u omisión, y al haber permitido ostensiblemente la impunidad de los ejecutores materiales. La responsabilidad del congreso federal y del congreso guerrerense al legislar y convertir en leyes proyectos políticos neoliberales que aniquilan la educación pública y criminalizan a quienes se manifiestan. La responsabilidad del poder judicial al dejar en la impunidad a políticos como el presidente municipal de Iguala, el gobernador de Guerrero y el presidente de la república que ya habían tomado parte en la planeación y ejecución de masacres previas.
La sobreinformación también es desinformación, por que no informa, no da la información de primera mano, no permite optar a quienes reciben esos paquetes informativos, viene altamente editorializada y digerida, no incluye la posibilidad de la recepción crítica. La sobreinformación a cambio opta por el suspenso, el lucro de la tragedia ajena y en esquematizar y convertir en cifras y en víctimas a las historias de lucha y resistencia de cada colectividad y de cada persona que forma parte de estas colectividades en resistencia, en lucha.
La sobreinformación como toda desinformación es vertical, trata a las personas como si fueran depósitos dispuestos a recibir toda información que se vierta en sus cabezas, sin crítica.
La sobreinformación como toda desinformación apuesta a inmovilizar y desmovilizar a quienes la reciben. En este caso la sobreinformación le apuesta a inmovilizar a la población en general y en particular a desmovilizar a quienes luchan.
La sobreinformación tiene un patrón, un dueño: quien detenta el poder: los señores del dinero y los gobernantes que imponen. ¿Quiénes son los señores del dinero hoy en día? ¿Y quiénes son los gobernantes? ¿De qué grupos de poder político? ¿De qué partidos?
Centro de Medios Libres (D.F. México)

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